Inicio Noticias

Religiosos cometen feminicidio contra Vilma, OSC exigen castigo en Nicaragua

“es que dios dijo que le pusiéramos fueguito porque estaba endemoniada”

Vilma Trujillo no se lanzó a la hoguera por su voluntad, fue el pastor de la iglesia evangélica Asamblea de Dios, Juan Rocha, quien ordenó su muerte porque “era el mismo diablo” y, aunque intentó defenderse con un machete, en un acto de sobrevivencia, la ataron de pies y manos y la lanzaron al fuego: 400 grados Celsius, siete horas y media. Falleció dos días después por edema pulmonar y shock séptico, 80 por ciento de su cuerpo con quemaduras de segundo y tercer grado, calcinados hígado y pulmones.

Eso narraron testigos, forenses y acusados por el crimen de Vilma, durante la audiencia del juicio oral y público, realizada el martes pasado por la noche, en el Juzgado Quinto Distrito Penal de Juicio de Managua, a cargo del juez Alfredo Silva Chamorro, de acuerdo con reportes y videos publicados en la prensa y la televisión locales.

Por el asesinato, cometido el 21 de febrero en la comunidad El Cortezal, municipio de Rosita, en el Triángulo Minero, están acusados el pastor Juan Gregorio Rocha Romero, de 23 años de edad, y los integrantes de la iglesia: Pedro Trujillo, hermano de Vilma, de 26 años; su hermana Tomasa, de 24 años; la cuñada de la víctima, Esneyda Orozco Téllez, de 25 años; y Franklin Jarquín, de 28 años.

Esneyda Orozco dijo a las autoridades que había tenido una revelación y de ahí surgió la idea de quemarla. Y así lo confirmó el pastor que ordenó su muerte: “es que dios dijo que le pusiéramos fueguito porque estaba endemoniada, dios dijo que iba a sacar ese espíritu malo. Tenía el compañero de vida y entonces cometió error con otro hombre”.

Franklin Jarquín, otro de los acusados, dijo que “ella cometió un error ante Dios al meterse con otro hombre teniendo su pareja. Dios la castigó de esa manera y se endemonió, fue un espíritu que se impulsó en ella y cayó sobre el fuego”.

Creyente, Vilma estuvo en la Iglesia Visión Celestial, de la Asamblea de Dios desde el día 15 hasta el 21 de febrero de 2017, cuando la lanzaron a la hoguera. Estuvo prácticamente secuestrada, contra su voluntad, acusan organizaciones de mujeres. El compañero de Vilma no estaba en la comunidad, había ido a donde vive su madre, para construirle un cuarto.

El médico forense, Oscar Bravo, quien hizo la autopsia de Vilma, reveló que antes de quemarla fue golpeada con un objeto contuso, un palo, quizá, que le hirieron el cráneo. Organizaciones feministas creen que también fue violada.

El 21 de febrero, afuera de la Iglesia, el pastor pidió que todos se arrodillaran, levantaran las manos al cielo y cerraran los ojos. Fue entonces, según los relatos ante las autoridades judiciales, que el pastor, Jarquín y Tomasa, arrojaron al fuego a Vilma. Uno de los feligreses, Miguel Zamora, abrió los ojos, se levantó y la sacó de la llamas.

NO SON REVELACIONES, ES FEMINICIDIO

Antes de iniciar la audiencia del juicio, el martes pasado, desde temprano organizaciones de mujeres, entre ellas la Red de Mujeres contra la Violencia, se manifestaron vestidas de morado, con pancartas, cruces, flores y consignas: “No son revelaciones, fue femicidio”, gritaban, “se acabó la paciencia, no más violencia”, “no fue revelación, fue el odio del pastor”.

La integrante de la Red de Mujeres contra la Violencia, Elia Palacios, dijo que Vilma fue víctima de la religión, del patriarcado que la juzgó porque tenía otro marido”.

Afirmó en entrevista con una televisora local que el Colectivo Gaviotas, organización feminista con presencia en la zona donde murió Vilma, acompañó a la familia y se pronunció. Criticó que la iglesia estuviera más interesada en deslindarse del hecho que por la muerte de la señora.

Explicó la importancia que adquirió la iglesia en un lugar donde prácticamente no hay instituciones del gobierno y, por lo mismo, es el ministro religioso quien se constituye en autoridad. Seguramente, dijo Palacios, la familia fue manipulada, creyó que el pastor sanaría las dolencias de la mujer, pero no sabían que impediría que la vieran.

Cuando Catalino, el padre de Vilma, se enteró de los hechos, intentó ir a donde estaba su hija, pero el pastor de su comunidad se lo negó. Fue a ver a otro pastor y le informaron que ya la habían quemado. Y luego el pastor Rocha Romero le aseguró que ella fue quien se lanzó, ya que estaba enferma (de la mente).

Ahora, dijo Elia Palacios en la entrevista televisiva, la iglesia pide misericordia para las y los acusados, pero eso no puede ser porque el Estado es laico. “Que se haga justicia y se siente un precedente”, el hecho fue grave, el médico dijo que las lesiones, incompatibles con la vida, generaban un dolor inimaginable y vivió en agonía con 80 por ciento de su cuerpo calcinado, con el hígado y los riñones calcinados.

Me molesta, agregó la feminista, que insistan en que fue un procedimiento correcto, que “una voz” lo ordenó. Pero la secuestraron y planificaron su muerte, la lanzaron al fuego amarrada, desnuda, con daño a su integridad, la golpearon, incluso su hermana participó.

El daño que le hicieron a Vilma, consideró la enlace nacional de la Red de Mujeres contra la Violencia, Evelyn Flores Mayorga, fue por su condición de mujer, ya que no lo habrían hecho a un hombre en una situación similar. Se aprovecharon de su condición de mujer, de su situación educativa. Hubo partícipes y co-facilitadores del delito y el Estado debe castigarlo. Su práctica religiosa los llevó a actuar sin raciocinio, hasta los límites. Se pierde el pensamiento crítico y se sigue al espiritual.

Acusa que el Estado debió actuar, sin esperar que la denuncia fuera puesta por el compañero de Vilma, quien estaba trabajando lejos, porque son pobres.

En el caso de Vilma, explicó Flores Mayorga, era pobre, atendía su casa y su familia, era ama de casa. Le tocaba hacer rendir el dinero. Y el trabajo de cuidados muchas veces significa gran carga emocional para las mujeres. Puede ser que no guste, porque nos toca, porque no hay nadie más que lo haga. Ella se ve ante una carga cotidiana de cuidado, de trabajo que no se reconoce ni se remunera, al que no le da valor la familia, donde no hay vacaciones y nunca hay dinero para una misma.

Las personas que estudian las religiones –detalla la activista- dicen que hay quienes manipulan a las personas y estas cumplen con ser ovejas guiadas, depositan toda su vida en esas personas y piensan que vendrá algo mágico. Y eso es algo que contrasta con una ciudadana que toma decisiones sobre su vida espiritual, que asume una participación política, que asume responsabilidades en el ámbito social y familiar.

EL FIN

Miguel Zamora, quien sacó a Vilma de la hoguera, aseguró en el juzgado que le pidió al pastor que la pusiera en su cama y le dieran atención médica, pero este amenazó con irse si la acostaban ahí.

Don Catalino, padre de la víctima, contó a las autoridades judiciales que “cuando me le acerqué a Vilma, ella estaba solita con una camisita nada más, todo el cuerpo quemado, acostada en un brasero de ceniza y me dijo: “Papá, deme agua”, y se tomó dos vasos de agua y se quedó sin hablar”.

Luego la llevaron a una hamaca, en su casa y al día siguiente, en la madrugada, la trasladaron al centro de salud que quedaba más cerca, en donde murió, acompañada de su madre, su padre, su compañero y rodeada de sus hijos.

INSEGURIDAD EN COSTA CARIBE Y NORTE

Evelin Flores Mayorga advierte que en las regiones Costa Caribe y Norte, “están sucediendo muchas inseguridades ciudadanas para las mujeres y no hay sanciones”, lo que preocupa a la Red de Mujeres contra la Violencia. “No hay reparación del daño ni justicia”.

La Red contabiliza al menos 11 mujeres asesinadas en Nicaragua en lo que va de 2017, pese a que hay una ley que condena el feminicidio. Murieron por la violencia extrema machista, dijo Elia Palacios en una entrevista. En 2016, más de 70 mujeres fueron asesinadas por varones.

Y los más recientes, explicó, ocurrieron el pasado fin de semana en las ciudades norteñas de Condega y Somoto, cerca de la frontera con Honduras, donde dos mujeres murieron a manos de sus cónyuges.

La dirigente de la Red, Reyna Rodríguez, sintetiza: Nicaragua adolece de políticas públicas adecuadas para prevenir este flagelo, pese a que desde hace 4 años existe la Ley 779, que penaliza la violencia contra la mujer.

“Esto es alarmante, dice, y estamos cansadas de demandarle a Estado que atienda el problema, porque esos asesinatos podría evitarse con una política de Estado de prevención. Sin embargo, en muchas ocasiones, la policía promueve trámites conciliatorios entre el agresor y su víctima.

El juicio por el asesinato de Vilma continuará el 2 de mayo a la una de la tarde y estará convocada otra presunta implicada, Maritza Ramos, quien fue testigo del hecho, de acuerdo con lo narrado a las autoridades por la hermana menor de Vilma.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *