Marta Cebollada Gay
En México el porcentaje de madres adolescentes es alto. Siete jóvenes de cada 100 de edad de entre 12 y 19 años son mamás. De las 619,000 mujeres adolescentes madres, el 28.3% corresponde a solteras, no cuenta con el apoyo de una pareja y, de ellas, solo el 3.8% no es pobre ni vulnerable por carencias sociales ni ingreso. Es decir, la maternidad adolescente está ligada a patrones de pobreza y vulnerabilidad que disminuyen la posibilidad de desarrollo económico y movilidad social para la madre adolescente y su hijo.
Por ello es tan importante la Estrategia Nacional para Prevenir el Embarazo Adolescente. La Estrategia nos recuerda que más del 90% de las mujeres de 12 a 19 años de edad que han tenido un hijo o hija no asiste a la escuela, comparado con el 24% de adolescentes sin hijos que no está escolarizada.
Es decir, la maternidad adolescente limita de manera contundente la formación de las madres y por lo tanto su desarrollo académico, profesional y económico. Este hecho nos lleva al segundo tema relacionado con la maternidad sobre el que quiero llamar la atención.
En México, de nuevo con datos de INEGI, tener hijos limita las posibilidades de estudio. El porcentaje de madres con la primaria incompleta es de 13.7, mientras que para mujeres sin hijos es de 10 puntos menos. Lo mismo sucede para la primaria completa, casi el 20% de las mujeres con hijos tiene completa la primaria, mientras que para las mujeres sin hijos el porcentaje es del 10%.
Este dato cambia completamente cuando se analiza el porcentaje de mujeres que tiene educación media y superior. El 30% de las mujeres con hijos tiene educación media y superior, pero este porcentaje es casi del doble para mujeres sin hijos. Estas cifras permiten afirmar que el nivel de educación es mayor para las mujeres sin hijos.
El dato, sin duda alarmante, está muy relacionado con el trabajo ligado a la formalidad. El porcentaje de mujeres ocupadas que trabajan en el sector informal es 13 puntos porcentuales mayor entre las mujeres con hijos que entre las mujeres sin hijos. Es decir, la maternidad es un factor que limita el nivel de estudios de las mujeres y su acceso al mercado formal.
Estos hechos nos deben hacen reflexionar sobre la importancia de generar una nueva agenda en México: la conciliación. Conciliar la maternidad con el estudio y con un trabajo formal debe ser la vía por la que las madres puedan tener acceso a su desarrollo profesional.
La conciliación debe contemplar medidas de política pública destinadas a incrementar los periodos de permiso por maternidad que actualmente existen en México, a incentivar la creación de trabajos formales de media jornada con acceso a todos los derechos sociales para las trabajadoras.
También se deben garantizar suficientes instituciones públicas de calidad para el cuidado de niños de madres trabajadoras. En México sólo el 22% de las mamás trabajadoras con niños menores de 7 años deja a su hijo en escuelas o guarderías, el resto lo hacen mayoritariamente a través del cuidado de las redes familiares o se lo llevan al trabajo.
Evitar el embarazo adolescente, favorecer el estudio y buenas condiciones laborales de las madres en México es un mensaje a favor de la productividad del país, de su movilidad social y de la igualdad no solo de género sino la igualdad entre las mujeres. Se trata de una agenda innovadora pero sin duda necesaria y ya desarrollada en muchos otros países.
Conciliar es no solo dar derechos sino incentivos a las mujeres y a los hombres para su pleno desarrollo personal y profesional. Según la Real Academia de la Lengua “conciliar” es hacer compatibles dos o más cosas, en este caso la maternidad y paternidad y el desarrollo profesional, dos de las facetas más importantes de un individuo.
Fuente: Expansión