Mujeres realizaron una manifestación por las calles de Argentina para terminar frente a los Tribunales y hacer un grito de rabia contra la violencia machista junto a una pancarta que decía “Feminicidio es Genocidio” y a una orquesta de doce mujeres más
Buenos Aires.- Unas 120 mujeres se desnudaron hoy frente a la Casa de Gobierno en Buenos Aires y luego frente al Congreso y el Palacio de Tribunales para protestar por el aumento de los casos de femicidios en la Argentina.
"Participo en la lucha laboral de un pueblo
ya comerciado y en las manos del patrón".
de texto recitado durante la acción de las FACC pic.twitter.com/KZbfJ7JhKp
— Claudia Acuña (@muclaudia) May 31, 2017
La protesta se llevó a cabo bajo el lema “Femicidio es genocidio” y fue organizada por la agrupación Fuerza Artística de Choque Comunicativo (F.A.C.C.), que ya había realizado en otras oportunidades acciones similares.
Señoras llorando porque en su época ni podian hablar en voz alta de eso, hombres conmovidos x la crueldad de estos tiempos. Me quedo con eso pic.twitter.com/SYR4BeevjT
— Claudia Acuña (@muclaudia) May 30, 2017
Las mujeres se acercaron a cada uno de los puntos y se desvistieron a la vista de los transeúntes y luego se tiraron al suelo, en algunas partes en un amontonamiento de cuerpos que parecían yacer sin vida.
Según estadísticas de ONG’s, en Argentina aumentaron los casos de femicidios y una mujer muere cada 25 horas por la violencia machista. La llamativa protesta tuvo lugar antes de una nueva marcha convocada por el colectivo “Ni una menos” para el próximo 3 de junio, a dos años de la primera manifestación masiva en contra de la violencia machista.
La voz de una mujer con megáfono comienza a recitar entonces un discurso que hilvana fragmentos de tres poesías – Nombremos a todas, de Paula Heredia (Córdoba); Otro sí digo, de Gabriela Robledo (Córdoba); India, Patricia Karina Vergara Sánchez (Méjico)- con datos extraídos de Taringa que informan algunos de los métodos que fueron utilizados para asesinar mujeres. El discurso se clava como un cuchillo en la garganta de quienes escuchan. El discurso se clava como un cuchillo en la garganta de quienes escuchan. (LaVaca)
Dice así:
“Nombremos a todas:
asesinadas, desaparecidas,
abandonadas, golpeadas,
discriminadas, expulsadas.
Nombremos a todas:
trabajadoras, desempleadas,
enfermas, sanas,
locas, no hay cuerdas.
Nombremos a todas:
vivas y muertas.
Decí mi nombre, el tuyo.
Nombremos a todas
y existiremos siempre.
Formas de matar a una mujer:
Cortarle el cuello: muerte Instantánea.
Encerrada sin agua: muerte entre 3 y 7 días.
Encerrada con agua, pero sin comida: de 15 a 40 días.
Estrangulada: de 1 a 15 minutos
Quemada: 8 minutos
Congelada: entre 90 y 100 minutos
Desangrada: de 3 minutos a 1 hora
Ahogada por gas: 10 minutos
Golpeada con un objeto romo en el parietal: instantáneamente
Acuchillada en el corazón:10 segundos
Demandan expropiar mi cuerpo.
Es legítimo según la ley.
El juez regulará copiosos honorarios.
Se habrá hecho justicia.
Declararán mi placer de interés público.
Hallarán la marca incandescente
de un hierro patriarcal sobre mi espalda.
Me sepultarán bajo sus escuelas, sus iglesias, sus cortes de justicia.
Me quebrarán por no torcer el brazo.
Me violarán gendarmes de todas las tropas.
Apelaré,
esa ley que no tiene vigencia en mi cuerpo,
que me excomulga, me proscribe, me desaparece;
desnuda en el atrio
apelaré,
con los muslos, con el pubis, con los brazos, con las venas, con el cuello,
con las amígdalas, con el iris, con la córnea, con las uñas, con las rodillas…
No.
Apelaré
aunque no se avoque ni escuche mi caso
apelaré con las tetas, con el puño, con los pies,
con las orejas, con las pestañas, con la espalda,
apelaré en presente, en pasado y en futuro
del derecho y del revés
con los dientes, con las pezuñas,
apelaré.
Insisto
en la libertad de decidir sobre mi cuerpo,
en territorio
de quienes realizan leyes
que buscan doblegarme.
Invoco a las diosas
entre los engranes de un patriarcado
que hace miles de años intenta ocultarlas.
Participo en la lucha laboral de un pueblo
ya comerciado y en las manos del patrón.
Conozco la importancia
de la labor contestataria,
cuando en esta patria
se encarcela a quien disiente.
He dado a luz
en una era
que acabó con la esperanza
ya hace tiempo.
Le apuesto a la lucha libertaria
en el reino del televisor.
Soy mujer
en un tiempo
en que el femicidio
nos quiere volver desechables.
Por supuesto,
dicen que estoy loca,
extremadamente loca.
Que soy rara, que me he vuelto extraña.
que no tengo lugar en el mundo.
Entonces, no me queda de otra:
Tengo que señalar el desprecio,
que elegir sobre mi vida,
que inventar la fe para dársela a mi hija,
que escribir por la libertad a las presas políticas.
que denunciar al Imperio,
que amar mi cuerpo,
que apagar el televisor,
que mostrar mis bolsillos,
que buscar justicia para las mías,
que demandar castigo a los asesinos.
Es por todo ello,
que no tengo más remedio
que darles la mala noticia
a las buenas y tranquilas conciencias:
estoy aquí
exigiendo a gritos
la parte que me corresponde del mundo.
Y no voy a callarme la boca, ni a desaparecer.
Nombremos a todas:
asesinadas, desaparecidas,
abandonadas, golpeadas,
discriminadas, expulsadas.
Nombremos a todas:
trabajadoras, desempleadas,
enfermas, sanas,
locas, no hay cuerdas.
Nombremos a todas:
vivas y muertas.
Decí mi nombre, el tuyo.
Nombremos a todas
y existiremos siempre”.
Con información de La Jornada y La Vaca